Adiós alumnos, adiós

 

JORGE ÁLVAREZ YÁGÜEZ* 17.09.2014

Adiós alumnos, adiós

Hoy no iré a clase, no lo haré ya más, después de varios decenios haciéndolo, y los últimos en esta ciudad. Ya no enseñaré a Descartes o a Kant, a ninguno de los grandes pensadores de la humanidad. ¿Nostálgico?, no, decididamente no; ha sido una decisión voluntaria. En muy poco tiempo no podría seguir haciéndolo aunque quisiera, pues la nueva Ley que este curso se pone en marcha, no dejará lugar alguno para el pensamiento, dará el último paso para desterrarlo de la enseñanza. Progresivamente se han ido introduciendo medidas para dejar a la filosofía fuera. La máxima en la que Kant cifraba el ideal ilustrado, pensar por uno mismo, no es ya la de ninguno de los gobernantes, de distinto color, que se han ido sucediendo. Todos parecen estar de acuerdo que todo lo que no sea utilitario, estrictamente funcional debe ser excluido. Y siguiendo ese esterilizante criterio lo que habría de ser una amplia formación del individuo, esa que le tornara en un ser complejo y crítico en lo que afecta a entendimiento y sensibilidad a través de los inicios en los hitos de nuestra cultura, en la ciencia, arte, filosofía… va dejando su lugar a una especie de adquisición de habilidades de diferente nivel para el empleo. Una estrecha adaptación del individuo a las exigencias más inmediatas del mercado, al menos tal como interpretan algunos tales exigencias.

Obsérvense si no las recomendaciones de la OCDE, cuyos informes pesan ya más que ningún otro en los distintos ministerios de Educación europeos, proponiendo introducir materias de cultura financiera, uso de tarjetas de crédito (sic), etc. No se crea que me refiero a la situación de las llamadas «humanidades», no son solo ellas las cuestionadas, la formación en ciencias no está menos aquejada. Ese demediamiento en la formación fue perfectamente complementado por tres factores devastadores: 1) El imperio de cierta pedagogía, que ocultaba su vaciedad bajo un lenguaje oscurantista, guiada por el principio de creer que se pueden enseñar los métodos sin apenas dominio de los contenidos, ignorando que, a partir de cierto nivel, sin profundizar en estos era imposible realmente iniciarse siquiera en aquellos, que no hay manera de aprender a pensar sin hacerlo hondamente. 2) La pedagogización que atravesó todo el sistema traía casi inevitablemente consigo una infantilización del alumno, una patologización de sus carencias, una apelación continua a su des-responsabilización para derivarla a otras instancias. 3) A esto último contribuyó, sin duda, la pérdida de especificidad de la enseñanza media, lo que en su momento quedó reflejado en la formación del llamado «bloque no-universitario», con la consiguiente desconexión con la Universidad; el sometimiento entonces de la Enseñanza Media a criterios más apropiados a niveles previos; solo hay que ver hoy a los profesores vigilando los patios o la llegada del autobús; pero criterios acordes fueron aplicados a la selección y formación del profesorado, a la consideración de sus expedientes, etc. Únase a todo esto: la desestabilización de la enseñanza resultado de los cambios en la configuración mundial de los mercados y de la organización política, los flujos sociales y, muy particularmente, una progresiva desigualdad social; una detracción de medios para la enseñanza pública; en fin, un sistema sometido a un constante vaivén por sucesivas leyes de reforma, elaboradas a espaldas de los interesados, la última con el solo asesoramiento de la Conferencia episcopal, como si cada cual quisiera hacer su experimento particular con lo más importante para un país, que hace tiempo que no es otra cosa que el conocimiento.

No, no tengo nostalgia, sí preocupación por ver como se sistematiza progresivamente la formación calculada del hombre unidimensional.

*Doctor y catedrático de Filosofía de Instituto

vía Adiós alumnos, adiós – Faro de Vigo.

Tuve la fortuna de tenerlo como profesor, y es uno de esos profesores que te marcan y que no te dejan indiferente .

Un profesor de caracter especial, menos preocupado del programa del curso y mas de ayuda a formar personas con criterio, estimulandonos a que formemos nuestra propia opinion sobre las cosas.

Es una verdadera pena ver como son arrinconados este tipo de educadores (nunca se lo pusieron fácil, tampoco parecia importarle demasiado esas dificultades), pero debe ser que cada vez la situacion es peor.

Yo siempre le estaré agradecido por su labor, gracias a usted y a profesores como usted creo que muchos somos mejores personas.

La carta indignada de un niño de 1º de la ESO: «La clase de religión es un soborno de la Iglesia»

La carta indignada de un niño de 1º de la ESO: «La clase de religión es un soborno de la Iglesia»

EL HUFFINGTON POST  | Por Rodrigo Carreteroo-CARTA-570

La religión es un juego de niños. Eso asegura Lucas, un chaval de 12 años que cursa Primero de la ESO en un colegio público de Alcalá de Henares (Madrid) y que está harto.

Por eso, ha enviado una carta al director de El País, que también ha sido remitida a El Huffington Post por sus padres, en la que vuelca toda su indignación. En dos folios escritos a mano, explica que cursa Medidas de Atención Educativa (MAE), la alternativa a religión, y se queja de la discriminación según la materia que se elija.

«Los niños que van a religión hacen excursiones sin nosotros (…) y no sólo eso. Además ven películas, van a ordenadores, a jugar al paintball (guerra de bolas de pintura), piragüismo, al teatro, al cine…». Lucas, que firma la carta junto a otros 12 compañeros, se queja de que, en cambio, las horas de su asignatura las dedican sólo a dibujar y a hacer deberes. Por eso, piden que se «equilibren» las actividades de ambas materias.

Los alumnos no tienen duda de a qué se deben estas diferencias. «Es un soborno de la iglesia para que los niños se apunten a religión y elijan el catolicismo. Lo hacen para que se apunten y que la religión no se extinga del colegio», denuncian en su carta, en la que se preguntan: «¿Qué tiene que ver el paintball con la religión (no creo que disparen avemarías)? ¿Qué tiene que ver con el piragüismo? ¿La película 300 tiene más que ver con la Iglesia o con un acontecimiento histórico?»

Por eso, Lucas acaba su carta pidiendo que «al menos los de MAE tengan alguna excursión».

«LA ESCRIBIÓ EN EL INSTITUTO»

María Rodríguez, la madre de Lucas, explica que su hijo tuvo la idea de escribir la carta al inicio del curso, cuando vio cómo funcionaba la asignatura de religión. Afirma que no es un problema específico de su instituto, dado que en el colegio anterior sucedía lo mismo.

«Como estaba tan enfadado, le dije que escribiera una carta porque en la vida hay que luchar por lo que sientes. La escribió en el instituto junto con un amigo y yo he tardado unos días en enviarla». María recalca que ningún adulto la supervisó y que no está «ni dictada ni condicionada».

«Durante la clase en MAE lo que hacen es leer o dibujar. Hay una profesora con ellos, pero no es una clase con contenido pedagógico alguno», lamenta María. Por eso, Lucas aspira a que su carta represente el primer paso para terminar con la discriminación en su instituto.

MÁS:

vía La carta indignada de un niño de 1º de la ESO: «La clase de religión es un soborno de la Iglesia».

«No tiene precio»

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Hoy , por fin los peques han vuelto a clase, los más mayores aún esperarán hasta el lunes (paciencia padres ).
Y es cierto «no tiene precio», tener un rato de tranquilidad sin niños, pero hay más cosas que hoy también no tienen precio:
* el reencuentro con los amiguitos, verlos reír, correr, ….
Correr lo que es correr, los papas y mamas después de pasarle el testigo a los profesores.
Y reír !!!, los que no reían , ni sonreían eran los profesores , y no me extraña;
Ahí están detrás de la puerta de cristal de la entrada, con la mirada fija en la fila de niños, el gesto serio , como si a punto estuvieran de salir al ruedo a lidiar un astado de 500 kg.
Alguno parece pensar: «porque no estudie derecho, como me decía mi padre»!!!!!!!

El momento «jodechinchos»

El momento «jodechinchos»

En Cangas, el inicio del verano no lo marca el solsticio. Uno sabe del cambio de estación porque se dispara el precio de los chinchos en la plaza de abastos. De un día para otro. Llegan los veraneantes y se llenan los playas. Bullen las terrazas. Florece el mercado negro del alquiler de pisos. Las carreteras se colapsan y comienzan las caravanas a la altura de Rande. Se practica un fútbol llamado keniata. Y existe la posibilidad de que Julio Iglesias se acerque a tomar una mariscada para rememorar las vacaciones de su infancia.

Porque a Cangas siempre se vuelve. Es como el amor que decía Lope: quien lo probó lo sabe. Por muchas cosas que cambien, la esencia permanece. Donde antaño atracaban los barcos de vapor ahora arriban los catamaranes. A pesar de la creciente presión inmobiliaria, sobreviven los arenales urbanos como Rodeira, los cálidos de Aldán y los más fresquitos como Barra. Massó continúa en su sitio, aunque ya no lleguen ballenas dejando regueros de grasa. Y siguen siendo audibles todo tipo de acentos, aunque los niños ya no puedan jugar a descubrir matrículas de cualquier provincia de España.

Hay sitios distintos en los que la movida dura veinticuatro horas al día. Por las mañanas aún es tradición ir de chiquitas, las sobremesas empalman con las tardes por el buen comer y las noches siempre son meigas al lado del mar. Es lo que tiene albergar tanto artista por metro cuadrado. En los veranos cangueses los cantantes de tasca se han ido alternando con los heavies y los teatreiros conviven con los dibujantes de cómic. Cualquiera da la nota, cualquiera pinta algo. Y sí, la leyenda es cierta: Cangas tiene su propio microclima. A los feriantes se les llama invasores y a los turistas, jodechinchos.

(Fuente: http://elblogdediegoperez.blogspot.com.es/)